Uber desembarcó
el martes en Madrid y, con ella, prendió de nuevo el conflicto entre
esta aplicación de móvil para el transporte entre particulares y el
sector del taxi, que protesta contra un servicio que considera
competencia desleal. La compañía, que opera en Barcelona desde abril
entre movilizaciones de los profesionales, no comunica ni el número de
usuarios ni el número de conductores que forman parte de su red. Son los
suficientes, señala, para que cualquier usuario que pida un coche no
tarde más de unos cinco o siete minutos en recibirlo.El cliente lo pide a
través de su móvil y acto seguido recibe notificación del nombre del
conductor, el vehículo que conduce y los minutos que tardará en
recogerlo. La web de Uber da precios orientativos por algunas carreras:
desde el estadio Santiago Bernabeu hasta Sol, entre siete y 10 euros; de
Sol a Marqués de Urquijo, unos cuatro o seis; y entre Arturo Soria y
Príncipe Pío, de nueve a 13 euros.
La Consejería de Transportes, Infraestructuras y Vivienda de la
Comunidad de Madrid mandó un requerimiento a la empresa para que no
inicie su actividad hasta que acredite en el plazo de 10 díasque cumple
con la legalidad vigente. Fuentes del Departamento que dirige Pablo
Cavero señalaron a Europa Press que aunque la Ley de Ordenación del
Transporte Terrestre (LOTT) es estatal, la Dirección General de
Transportes tiene las competencias de inspección y sanción.
La compañía, que también tiene frente abiertos en otros países como Alemania,
alega que no da cobertura a un servicio de taxi ilegal, sino que la
regulación sí permite la remuneración a un particular que efectúa un
servicio de transporte siempre y cuando solo sirva para costear gastos.
Uber fija este listón en los 15 céntimos por minuto o los 65 céntimos
por kilómetro, de los cuales un 20% van a aparar a la plataforma
tecnológica. Esta tarifa se ha rebajado un 25% con motivo del
lanzamiento en la capital, según informó la firma. Álex Droulers,
portavoz de Uber en Europa, recalcó en declaraciones a este periódico
que la compañía "no busca tomar cuota de mercado al mundo del taxi, es
una plataforma para el coche compartido, un complemente".
En España, el conflicto con los profesionales del transporte se gestó
durante meses pero estalló el pasado junio, con huelgas en Madrid y
Barcelona. El Gobierno quiso entonces que la Comisión Europea aclare la normativa
de los diferentes servicios, pero Bruselas aclaró que no tiene las
competencias al respecto y que la pelota, por tanto, está en el tejado
de los gobiernos. La trifulca de esos días, paradójicamente, acabó por
beneficiar al grupo, ya que se dio a conocer a mucha gente que ignoraba
su existencia y disparó el número de madrileños que se descargó la
aplicación, aunque esta aún no funcionaba en su ciudad.

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